Mi visita a la Feria de Biocultura.

Con Cierto retraso por problemas de tiempo, y el cambio de blogs... que ya habéis visto.... os cuento mi visita a Biocultura, esa feria de artículos ecológicos y naturales.

Pude comprobar la cantidad de alimentos que desconocía. Probé algunos alimentos deliciosos. Vi panes de todas las harinas posibles… patés de muchas clases distintas…

La feria constaba de dos partes bien diferenciadas. Una de ellas de alimentación, donde cada stand se preocupaba de informar puntual y amablemente de sus artículos. Quesos

naturales, tofus de todas clases, algas, panes naturales, incluso alimentos cocinados allí mismo.

Allí comimos. Yo tomé un delicioso fideua (un guiso con fideos gruesos integrales y verduras). Hasta las bebidas eran “ecológicas” así que no pude tomar mi cocacola para comer, sino una botella de agua, algo totalmente inusual en mí, jaja.

Compré algunos alimentos curiosos, algas que no encontraba fácilmente y las bayas Goji, de las cuales os hablaré de manera mas específica y creo que fue lo que mas llamó mi atención.

En el otro piso, la ventas y exposiciones estaban dirigidos a todo tipo de inciensos (compré mirra, copal y una mezcla deliciosa). Estos inciensos no son como los que todos conocemos (una barrita larga que se quema) sino que son piedrecitas más o menos grandes de resina. Se quema una pastilla de carbón y se echa sobre ella puñaditos de estas resinas… algunos aromas son deliciosos…

Pudimos ver calzado natural, alfombras tejidas a mano con tejidos respetuosos con la naturaleza, además de los tintes hechos con plantas… Cosméticos naturales de todo tipo…

Una parada para tomar un té con dulces tradicionales hechos como antaño.

Algunos despliegues de piedras hermosas…

Casi al final, descubrimos un stand dedicado a instrumentos musicales, digamos “especiales”. Allí pudimos observar cómo se tocan los cuencos tibetanos, los crótalos… y encontré una pequeña joya que no pude resistir llevármela.

Una curiosa campana… Su sonido es espectacular. Es de bronce, pesa muchísimo, a pesar de no ser excesivamente grande.

Al preguntar por el origen de esta curiosidad me explicaron que era una campana auténtica (desde luego se nota que está usada). Que desde hace más de 40 años que ya no se hacen, (al menos de bronce puro como es ésta) y resulta que estas campanas son las que llevan colgadas al cuello los elefantes que custodian los templos en el Tíbet, donde este animal es sagrado.

Lógicamente, la historia me cautivó y adquirí la campana que ahora está en la mesa del salón… Es una lástima que no podáis escuchar su sonido: grave, denso, intenso y sumamente agradable.

Prometo un próximo post a cuento de las bayas Goji, unas curiosas bayas rojas (que ya estoy tomando cada día) que dicen que son el secreto de los monjes tibetanos para conservar una buena salud, belleza y bienestar físico y mental… Yo de momento, estoy más guapa, jajaja.

Un saludo amigos,

Natacha.